Terapia de Duelo





La pérdida de un ser querido es el momento más impactante para el ser humano. A través de ella nos enfrentamos a nuestra propia vulnerabilidad y temporalidad. Nos hacemos conscientes de que la vida es sólo un préstamo que hemos de devolver. También nos arranca un parte de nuestra vida que ya no tendrá más continuidad. Quien fallece se lleva una etapa de nuestra existencia; no sólo desaparece su vida y su presencia. Parte de la nuestra ya no será más.
Todo ello obliga a un duro enfrentamiento con la realidad, que nunca puede minimizarse con las tradicionales palabras de consuelo. Pocas personas se plantean que el duelo psicológico que sigue a la pérdida de un ser querido puede vivirse como una etapa de crecimiento que, de una forma u otra, podemos agradecer, si así lo queremos, a quien nos dejó.

Algunas personas resuelven este periodo refugiándose en sí mismas, en su trabajo, en un tratamiento médico para eliminar la ansiedad (que también adormece los sentimientos, los sentidos, el cerebro y, por tanto, la capacidad para crecer). Pero hay otra vía que nos permite sentirnos frágiles, mortales y nos ayuda a expresarnos sin necesidad de escondernos en una actividad frenética, unas pastillas o una huida hacia adelante, sin vivir lo que nos sucede y muriéndonos, también, un poco.
Se trata de la Terapia de Duelo. A través de ella la persona posee su propio espacio y dispone del apoyo que le permitirá sentirse vulnerable sin amenaza alguna del exterior. La Terapia de Duelo facilita las condiciones para que el doliente exprese su pérdida e identifique sus sentimientos de pena, rabia, culpa o cualquier otra emoción, surgida del cambio radical que provoca en la vida la desaparición de un ser querido. O de un animal o, por qué no, de un objeto que nos era precioso. La pérdida provoca reacciones emocionales y modifica el comportamiento que se muestra afligido porque un vínculo muy importante se ha quebrado.
Muchas personas sufren, además, el daño de la dependencia. No son capaces de tomar sus propias decisiones, echan en falta al fallecido, en el caso de la pérdida de un ser querido, y no asumen la independencia obligada que se les presenta. La Terapia del Duelo ayuda a vivir sin el fallecido, recupera a la persona para que tome sus propias decisiones y sea capaz de atravesar por momentos inevitables, como los cumpleaños o los aniversarios, con la fortaleza anímica y emocional necesarias.



La Terapia de Duelo contribuye a que el doliente comprenda la pena y las emociones que aparecen en su vida, en un momento tan complejo y difícil. Los sentimientos que aparecen son naturales pero el dolor puede hacernos creer que son erróneos, extraños o que se nos puede juzgar por ello. Durante el proceso es importante hablar de quien falleció y comprender que los sentimientos más negativos, como la rabia o la culpa, coexisten con otros más positivos hacia el fallecido.
La importancia de resolver cualquier duelo adecuadamente es vital para la calidad de vida. Es muy posible que aparezcan complicaciones si estas experiencias no finalizan y se cierran de una forma sana. Es importante resolver el proceso satisfactoriamente y afrontar la pena, relacionándola con las pérdidas anteriores. Una Terapia de Duelo también incluye lidiar con la resistencia al proceso, identificar asuntos pendientes con el fallecido y acomodar pérdidas secundarias como resultado del fallecimiento. Por último, se ayuda al doliente a aceptar lo irreversible de la pérdida y visualizar lo que será su vida después del período de duelo.
Más información:
María del Pilar Cuadrillero
Terapeuta transpersonal
Móvil: 667441700